Zafiro: Capítulo 2

Bueno, como os prometí, aquí está el capítulo dos. No es tan largo como los otros (son 3 páginas y acostumbro a hacer 4) pero es todo lo que he podido hacer hoy si quería colgarlo a tiempo. Intentaré colgar el capítulo 3 entre el Lunes y el Martes, porque el Miércoles tengo examen... Yupi... En fin, no me voy a andar con más rodeos. Aquí lo tenéis, espero que sea de vuestro agrado.
P.D: Por cierto, si tenéis dudas o peticiones o lo que sea, no mandéis correos a la antigua dirección de Gmail, ni al Ask ni al Twitter del blog, ya que como habréis comprobado están abandonados. Comentad en Sugerencias o en Redes Sociales (o incluso en el mismo chat del blog) cualquier duda que tengáis si queréis ser respondidos. Ya pensaré en algo, igual hago un nuevo correo del blog o algo así, no sé...

-¿A dónde irías, si pudieras elegir? –Dijo de repente, Gwendolyn, algo cohibida.

-¿Quieres decir si no me hubiera caído encima esta maldición de los viajes del tiempo? –Dije yo, maldiciendo de verdad este condenado gen- Prácticamente a todo el mundo… -Adopté un aire melancólico y nostálgico- Menos a la Luna, pero no es divertido pensar en lo que uno nunca podrá hacer ¿sabes? Es mejor resignarse a que nuestras vidas serán más bien monótonas.

-Si omitimos los viajes en el tiempo –Concluyó Gwendolyn, con la mirada gacha.

-Es algo así como una justicia compensatoria por el eterno control y el hecho de tener que estar encerrado. Si no estuvieran los viajes en el tiempo, ya me habría muerto del aburrimiento.

Gwendolyn volvió a mirar por su ventanilla, por la cual justo en ese momento, pasaba un ciclista veloz.

-Si tu familia vive en Francia ¿Dónde vives tú ahora? –Preguntó sin dejar de mirar a ese ciclista, algo envidiosa.

-Des de hace muy poco, tengo un piso en Chelsea –me acabo de dar cuenta de que le estoy diciendo de sopetón mucha información mía a Gwendolyn, pero ella no habla mucho de su vida- Pero en realidad solo voy allí para ducharme y dormir, si es que lo consigo.

De repente eché terriblemente de menos mi cama… ¡Dios! Lo que daría por estar durmiendo un poco ahora mismo… Me casaría con mi cama si pudiera.

Volvió a surgir el tema del supuesto abandono por parte de mi madre, cuando le explicaba que hasta entonces, había vivido con el tío Falk. Cuando se lo conté me preguntó si no la echaba de menos y yo le expliqué que venía dos veces al año a <<visitarme>> aun que en realidad ya sabía de sobras que venía para gastarse el dinero de Bertelin. Mientras le explicaba todo aquello apoyé mi brazo con aire cansado por detrás del asiento de Gwendolyn.

Gwendolyn parecía aterrorizada.

-¿Por qué pones esa cara de susto? –Le dije, temiéndome lo peor- No te daré pena ¿no? –Lo único que me faltaba para acabar de completar la humillación del rechazo era que sintiera pena por mí.

-Un poco –Contestó, confirmando mis sospechas- Al fin y al cabo, Falk ni siquiera es tu tío de verdad

Se oyó una bocina detrás de nosotros Gwendolyn se giro a mirar y luego miró al conductor, pero yo me quede mirándola a ella.

-Falk ha sido como un padre para mí –Añadí, finalmente. Y con media sonrisa continué- De verdad, no tienes que mirarme como si fuera David Copperfield.

Al ver su cara de desconcierto, acerté al pensar que se pensaba que le hablaba del mago. Pero ella no pareció quedar muy aturdida por mi oportuno, aun que poco prudente, comentario sarcástico. Es más, creo que incluso se alegro, porque me sonrió maliciosamente y no tardó en contraatacar.

Mantuvimos una larga e interesante charla sobre los autores y sus libros, que Gwendolyn leía. Al mencionar a Pitt, dude un segundo sobre quien me hablaba, lo que ella aprovecho para lanzarme un comentario sarcástico como el que anteriormente había hecho yo con ella. <<Me refiero a Rudolf Pitt. No Brad>> ¡Vaya! La pequeña viajera del tiempo sabía defenderse. No pude evitar sonreír ante ingenioso ataque.

Cuando acabamos de hablar se formó uno de esos violentos silencios. Gwendolyn parecía prepararse para decir algo pero no le dio tiempo. Más bien, no le di tiempo. Temía que me fuera a preguntar algo que ni yo mismo sabía.

-Ya llegamos –Informé.

Dejé a Gwendolyn como <<garantía>>. Lo sé. Es horrible. Incluso a mí me dan escalofríos solo con pensarlo. Pero no llevaba dinero encima y lo único que podía hacer para que el taxista nos creyera era que Gwendolyn se quedará en el vehículo mientras yo iba en busca de mister George.

Cuando finalmente encontré a mister George, lo cual no fue muy difícil, me lo encontré por los pasillos de camino a la Sala del Dragón. Le informé un poco por encima de lo que había ocurrido, saltándome algunos detalles. Y le dije que Gwendolyn estaba afectada por el susto y que no se vería capaz de hablar, por el shock que tenía (eso sería una excusa para que no hablara y me dejara el trabajo sucio a mí).

Cuando volvimos Gwendolyn estaba de pie fuera del taxi, no muy lejos, pero fuera del taxi y me molesté levemente al comprobar que me había desobedecido. Me acerqué al taxista con el dinero.

-Aquí tiene, siento las molestias –Dije, ofreciéndole el dinero.

Se encogió de hombros mientras cogía el dinero. Fue su única respuesta. Imagino que significaría <<No tiene importancia, es mi trabajo>> Gwendolyn hablaba con mister George a unos metros de distancia. No suficientemente lejos como para que no escuchara que estaba a punto de decirle lo que nos había pasado. Le lancé una mirada de advertencia antes de que el taxista se fuera. La puerta todavía no había hecho el <<Clic>> de cerrado cuando ya se iba murmurando algo como <<Están chiflados>>.

De camino al interior de Temple le informé a Gwendolyn de lo que le había dicho a mister George. Para que nuestras respuestas y comportamientos coincidieran y todo fuera más creíble.

-Os esperan en la Sala del Dragón –Dijo jadeando mister George- Deberíais adelantaros. Yo le pediré a mistress Jenkins que os traiga algo de comer ¿Alguna petición especial?

A Gwendolyn se le iluminaron los ojos. En realidad, toda ella pareció iluminarse y abrió la boca para decir algo. Pero no dejé que dijera nada.

La arrastré hacia delante. Yo también me moría de hambre. Pero no había tiempo que perder, cuanto antes acabemos, antes podrá irse a casa. Aun que Gwendolyn no pareció estar de acuerdo en quedarse sin comer durante más tiempo así que declaró a gritos <<Un poco de todo>>

-No corras tanto haz el favor –Dijo Gwendolyn algo molesta.

-Cuanto antes hayamos dejado atrás este asunto, antes podrás irte a casa –Respondí, igual que había pensado hace un momento.

Y de repente, volvió a surgir el tema del que hablamos en el confesionario (me dio un vuelco al corazón al recordarlo). Gwendolyn era la principal sospechosa de que Lucy y Paul supieran que iríamos allí. Y yo volví a insinuar que si no hubiera estado presente, se hubiera parado a hablar con ellos. Habría escuchado sus mentiras y seguramente les hubiera creído. Y para colmo, ella admitió que les habría escuchado encantada, porque no parecían ser mala gente.

-Tal vez olvidas que fuiste tú quien apuntó a Lucy con una pistola y no al revés –Replicó en su defensa Gwendolyn. Me molestó que pensara que el malo en esta historia era yo. Fruncí el ceño irritado.

-Gwendolyn, por favor, no seas tan ingenua. Está bien claro que nos tendieron una emboscada. Lucy y Paul tenían refuerzos. ¡Eran al menos cuatro contra uno!

-¡Contra dos! ¡Te recuerdo que yo también estaba! –Me espetó Gwendolyn, terriblemente ofendida.

Cuando le expliqué que sin mi pistola probablemente nos hubieran matado o como muy leve, nos hubieran extraído sangre, se mordió el labio inferior. Probablemente arrepentida y confusa. Y me relajé un poco, pero no bajé la guardia.

-Comprendo que estés desconcertada –Dije en un tono más conciliador- Lo que tienes que hacer es irte a casa a dormir. De modo que deja que acabemos esto cuanto antes –La cogí del brazo y volví a arrastrarla- Yo hablo y tu confirmas mi historia ¿de acuerdo?

-¡Si, lo has dicho como unas veinte veces! –Dijo irritada- Podéis empezar sin mí. Tengo que ir al lavabo desde junio de 1912.

Que ingenioso, casi se me escapa una sonrisa. La solté.

-¿Encontraras el camino sola?

-Naturalmente -Respondió ella, rotundamente.

Así pues, me encaminé hacía la Sala del Dragón, acabando de preparar la historia falsa (aun que no del todo) a los Vigilantes. Espero que funcione.