Zafiro: Capítulo 9

Aquí esta el capítulo 9 como prometí :)
No es tan largo, lo siento, pero es todo lo que he podido hacer hoy.
No hay mucho más que decir, así que....
Disfrutad y no dudéis en comentar ;D

<< ¿Quién le ha limpiado la herida?>>

<<Es un misterio>>

<<Simplemente lo he encontrado tendido inconsciente en el suelo del pasadizo que conduce a la sala del cronógrafo>>

<< ¿Quién le habrá podido hacer algo así? ¿Y dentro de la logia…?>>

<<Sssht. Parece que está recobrando la consciencia>>

Las voces se mezclaban entre sí, y no era capaz de reconocer al propietario de cada una de ellas. A duras penas podía decir cuál de ellas estaba más cerca de mí.

Abrí los ojos poco a poco. Las paredes blancas de la habitación dónde me encontraba me deslumbraban y tuve que cerrar los ojos de nuevo.

Intenté mover los dedos de las manos. Bien. Parecían responder a mis órdenes.

Levanté el brazo y me coloqué la mano frente a los ojos. Me levanté con dificultades y quedé sentado sobre lo que parecía ser una camilla. Genial. Estaba en un hospital.

Casi me vuelvo a desmayar.  Mi cabeza iba a explotar. Un dolor agudo me nublaba los sentidos. El bombeo de la sangre resonaba en mi cabeza como tambores. Era insoportable.

Abrí los ojos con fuerza mientras me llevaba las manos a la cabeza y abría la boca para emitir un grito mudo. Estoy seguro de que notaba como mis pupilas se hacían más pequeñas hasta ser casi inexistentes.

¾ ¡Gideon! ¿Te encuentras bien? ¾Una mano se posó sobre mi hombro izquierdo. Todavía no era capaz de diferenciar a la perfección las voces. Pero juraría que era el tío Falk.

¾No lo presiones, es normal que le duela la cabeza. Recuerda que ha recibido un buen golpe ¾Mister Whitman ¿Tal vez?

¾Doctor White, ¿no puede darle algo? Realmente parece que el chico lo está pasando mal ¾Y ese debía de ser mister George.

Poco a poco el dolor fue disminuyendo. Dejé caer las manos a los lados, muertas. Pero tenía los ojos fijos en la sábana blanca que recubría la camilla dónde me encontraba.

Los recuerdos iban volviendo a mi cabeza, e iban encajando entre ellos perfectamente, como si fuera un puzle.

Me habían dado un golpe. ¿Quién? Ni idea. Sólo sé que el que me propinó un golpe acompañaba a Gwendolyn. ¿Por qué? Tampoco lo sabía.

Des de mi punto de vista, todo parece un plan bien montado por parte de Gwendolyn y su ayudante que consistía en conducirme hacía la esquina, dónde su cómplice aguardaba, y dejarme inconsciente.

Pero ¿realmente Gwendolyn era capaz de hacerme eso? ¿Acaso era tan ingeniosa como para montar un plan así? Bueno, estaba claro que tonta no era. Se ha encargado de demostrármelo. ¿Pero qué hay de la primera cuestión? Gwendolyn no podría herirme. Aun que técnicamente no fue ella quien me agredió. Pero de algún modo me condujo a ello…

No sé qué pensar.  Y, sinceramente, no quiero pensar porque duele hacerlo. Literalmente.

¾Gideon ¾Era el doctor White. Su voz tenía un leve tono de irritación¾. Deberías poder colaborar en esto. No tienes daños cerebrales de ningún tipo, así que no te hará daño contestar a unas preguntas.

Aquello me sacó de mi atontamiento. Entrecerré los ojos, en un intento de obtener una imagen nítida de él. Eso me permitió ver lo equipada que estaba la habitación. Madre mía, ni en nuestra universidad teníamos cosas así.

¾Depende ¾Contesté simplemente.

El mister Whitman soltó algo parecido a un gruñido de desesperación.

¾Es simple. ¿Quién te golpeó? ¾Prosiguió el doctor White, ignorando a mister Whitman.

¾Si lo supiera no estaría tan irritado ¾Respondí, tajante. En parte era verdad que no sabía quién me había golpeado. Pero no iba a mencionar a Gwendolyn. Por muy enfadado que pudiera estar con ella.

¾Vaya… Eso no nos facilita para nada las cosas ¾Suspiró el tío Falk.

¾Pues lo siento mucho ¾Musité, incorporándome. Ahora todos me miraban des de abajo. Eso me hacía sentir algo mejor¾ Siento haber sido golpeado y haber sido tan idiota como para no fijarme en quién era o preguntarle por qué lo ha hecho mientras caía al suelo, inconsciente.

Hice el amago de irme, pero tenía unos cables pegados al pecho. Resoplé estresado. ¿En serio hacía falta esto? Me los arranqué de golpe, lo que me provocó un picor molesto en las zonas donde estaban enganchados.

¾ ¿A dónde vas? ¾Preguntó mister George, quien había estado muy callado hasta ahora.

¾A casa, por supuesto ¾Respondí abriendo la puerta¾ El doctor White ha dicho que no tengo nada grave ¿verdad? Pues me voy a casa a descansar. ¿O me lo vais a impedir? ¿Es que acaso me vais a obligar a permanecer aquí, contestando preguntas de las cuales no tengo respuesta? ¾Me giré y los miré desafiante.

¾El chico tiene razón. No veo ningún inconveniente en que se vaya a casa ¾Me respaldó el doctor White, extrañamente comprensible.

¾Solo una cosa más ¾Añadió mister Whitman. ¿Era por el golpe en la cabeza o estaba muy desesperado?¾ ¿Te aseguraste de entregar la carta al maestre?

Asentí levemente la cabeza. Pareció relajarse pero no acababa de estar seguro.

Me di la vuelta y, una vez que ya no podían verme, puse los ojos en blanco y chasqueé la lengua.

Nadie me dijo nada cuando salí por la puerta del hospital. Los doctores y enfermeras que se paseaban por los pasillos me miraban, y no parecían muy a gusto con la idea de que abandonase tan pronto el centro, pero no me intentaron detener.

Eso estaba bien. No estaba de humor para tener que lidiar con médicos pesados.

Cogí un taxi y llegué a casa enseguida. O puede que tardara un buen rato, pero yo no era consciente de nada de lo que pasaba a mí alrededor.

¿Cómo me podía haber pasado algo así? Era surrealista.

Me dejé caer en la cama y me arrepentí de inmediato. Empezaron unos pinchazos en la sien que había recibido el impacto y la habitación daba vueltas.

Me llevé la mano a la sien y me sorprendió encontrarme varios puntos en ella. Vaya. No recordaba que me hubieran cosido la herida. Supongo que aprovecharon el hecho de que estaba inconsciente para ahorrarse la anestesia.

Qué más daba.

Ahora mi única preocupación era Gwendolyn.

¿Qué demonios estaba haciendo allí? ¿Y además acompañada? ¿Quién era su acompañante? ¿Y por qué me condujo a un golpe seguro?

Solté un grito que sonó como el gruñido de un león y me llevé las manos a los ojos.

Demasiadas preguntas.

Nunca antes había tenido tantas dudas en mi cabeza. Era horrible. Puede que hubiera cosas que no sabía, es cierto, pero jamás me había preocupado por saberlas.

¿Cómo logra esta chica confundirme tanto?

Me fue permitido librar el resto del día.

Genial. Todo un día por delante para rallarme la cabeza con preguntas sin respuestas.

Maldita sea, todo un planazo.