Zafiro: Capítulo 1 (Parte 1)

Bueno, finalmente he podido colgarlo hoy, este es más corto que los demás, porque la verdad es que esta semana no he tenido mucho tiempo. Lo he dividido en dos (igual de cortos) para que juntos parezcan uno de los que suelo hacer. Bueno no mucho más que decir, por fin empezamos con el segundo libro eeh. Haha Bueno ahora si que si, nada más, os dejo leer tranquilos.
P.D: Aquí os dejo una imagen que no he puesto hasta ahora (como imaginareis es una escena de la peli ^^)

No se oía nada. Salvo nuestras respiraciones, de vez en cuando, y el latido de nuestros corazones. O, bueno, al menos eso creo porque mi latido se oía muy fuerte (seguro que incluso Gwendolyn lo estaba escuchando) y ahogaba el de Gwendolyn.

Todo era genial, pero de repente, Gwen se apartó de mi súper rápido. Asustada, se giró para mirar más allá de las cortinas. Luego pareció relajarse, así que supuse que no era nadie. Me quedé unos segundos ahí, plantado como un bobo, algo irritado por la extraña reacción que tuvo en ese momento. Pero luego caí en la cuenta de quienes éramos y donde estábamos (aparte claro de dónde supuestamente deberíamos estar).

-¡Mierda! –Exclamé, habíamos saltado en el tiempo y no me había dado cuenta, tan concentrado estaba en el beso con Gwendolyn.

Me retiré rápidamente a mi lado del confesionario, me rasqué la nuca, mientras trataba de espabilarme. A ver… Teníamos que volver a Temple… No soy consciente de cuanto rato hace que saltamos. Por alguna razón ese pensamiento me turbó. Pero Gwendolyn hizo que saliera de mi trance.

-Pues a mí no me ha parecido tan mal –Dijo, aun que estaba jadeando aún por el beso anterior, su tono no daba indicios de reproche, no me miraba mientras hablaba. Yo a ella sí, pero solo durante unos segundos, enseguida aparté la mirada, me puse en pie y traté de mantener la cabeza fría.

-Nadie a la vista –Informé, mientras sacaba con cuidado la cabeza fuera del confesionario- Ven –Le dije a Gwendolyn una vez fuera del confesionario- Cogeremos el autobús hacía Temple, ya nos estarán esperando.

Traté de comportarme normal, pese a que me costaba mucho. Debía poner orden en mi… en mi entero, en realidad. Tampoco sabría cómo comunicárselo a mi tío Falk, y no estoy seguro de querer saber su reacción, ni mucho menos su opinión…

Gwendolyn parecía no dar crédito a lo que veía. Me miró extrañada, pero enseguida se levantó y se rehízo.

-No pienso subir al autobús en este vestido –Dijo, secamente- Cogeremos un taxi –Continuó en tono autoritario, como si no tuviera otra opción que hacerle caso.

Me recordó a mí, y me volví a mirarla. No dije nada por dos simples razones. La primera, estaba de acuerdo con ella, sería terriblemente humillante pasar por eso. Sería imposible pasar desapercibidos, y todas las miradas se clavarían en nosotros. Eso estaba bien durante los viajes (¡Todos estaban muertos ya!) pero no aquí. La otra razón es porque estaba increíblemente guapa y no me atrevía a abrir la boca por no soltar una estupidez o que me temblara la voz. Yo ya estaba en el centro de la iglesia y ella llegó enseguida y le dio un escalofrío. Justi donde estábamos venía una corriente de aire realmente helada. Nos quedamos callados durante un momento, tras el cual Gwendolyn rompió el silencio.

-Será mejor que nos larguemos –Dijo, normalmente. Aun que en su voz podía notarse la impaciencia –Tengo frío.

Eso supuse. Cuando pasó por mi lado le agarré el brazo. Más bien fue un acto reflejo, quiero decir, que yo no… Que yo no quería… Bueno, ni yo mismo sé lo que quiero.

-Escucha –Comencé muy serio –respecto a… -No me veía capaz de seguir. ¿Cómo podía ser tan patoso para esto? Gwendolyn me miró, expectante –Ese beso… -Mierda… ¿Qué? ¿Por qué lo he hecho? –En realidad… -Estaba hasta las narices de mis balbuceos sin sentido.

A Gwendolyn se le endureció el rostro (seguro que estaba tan irritada como yo de mis balbuceos), quiero decir, que su rostro expresaba frialdad y arrogancia pero sus ojos más bien expresaban decepción, dolor y tristeza. Y me di cuenta de que era muy difícil hacer como si nada, al menos con ella y teniendo en cuenta  que la veo tres cuartas partes del día… 

Mi mirada se pasó en sus cabellos. Su peinado (o lo que quedaba de él) llevaba muchas horquillas, para que aguantara, así que ahora tenía cada enredo que daba gusto… Le saqué una horquilla bastante visible (se podía ver a leguas de distancia) y cogí un mechón rebelde, lo enrosqué en mi dedo como si este fuera un rulo, y levanté la otra mano, con la cual acaricié la cara de Gwen y casi no tuve que mandar la orden a mi cerebro. La besé de nuevo. Pero al cabo de unos pocos segundos Gwendolyn me dio un suave empujoncito en el pecho Y se apartó de mí.

¡Dios! ¡Qué he hecho! Encima me ha rechazado. Ahora pensará que soy un pesado… No imagino la cara que debía de tener para que Gwendolyn me mirara con lástima y se apresurara a excusarse:

-Yo… Creí haber escuchado algo –Musitó con la mirada hacia el suelo.

¿Qué? Vaya cuento chino… Ahí solo estábamos nosotros dos. Yo no había escuchado nada, seguramente lo decía para que no me deprimiera por su reciente rechazo. De repente sentí la necesidad de volver a ser el de siempre y volver a ser el que lleva los mandos.

-Está bien –Dije, tratando de poner una voz normal pero arrastrando la frase, como si estuviera tratando con una loca. Gwendolyn me seguía mirando apenada –Creo que será mejor que nos vayamos.