Un carruaje de los vigilantes (muy elegante
por cierto) nos llevó hasta Belgravia, siguiendo la orilla del Támesis. La
calle estaba bastante activa, la gente paseaba con los típicos trajes de época,
sombreros en el caso de los hombres y sombrillas delicadas para las mujeres. No
puedo negarlo, era asombroso observar aquel escenario.
-¡Parece el escenario de un musical! -dijo de
repente Gwendolyn, realmente entusiasmada- Yo también quiero una sombrilla de
esas -añadió señalando a una dama que pasaba cerca acompañada de un hombre.
Que graciosa, parecía como cuando un niño pasa
por delante de una tienda de golosinas de la mano de su madre y empieza a dar
saltos de alegría, haciendo una lista mental de toda aquella dulzura que desea
llevarse a la boca, aún a sabiendas de que a duras penas conseguirá dos cosas
de su extremadamente larga lista.
-Hemos ido a parar a un buen día –dije
sonriéndole, y pensándomelo mejor añadí- Y a un buen año.
Gwendolyn me miró la cabeza, y (no llegó a
abrir la boca) hizo un gesto bastante imperceptible. Ladeó ligeramente la
cabeza, extrañada y supe que quería decirme algo sobre el sombrero que dejé a
propósito en la sala del cronógrafo, pero al parecer no le dio más importancia
y volvió a mirar por su ventanilla, sonriente. Y sin dejar de mirar por la
ventana me dijo:
-¿Y por qué sencillamente no esperamos a
Margret en Temple mientras esté elapsando?
-Ya lo he intentado -contesté yo- Y dos veces,
pero los Vigilantes no me creyeron cuando les explique mis buenas intenciones,
cuando dudan, tienden a ponerse del lado de los viajeros del tiempo que conocen
y deben proteger, en vez de creer a un viajero totalmente desconocido que no
han visto en su vida. –Luego añadí- De todos modos, así les sorprenderemos más.
Estuvimos hablando sobre eso todo lo que duró
el viaje, comentamos que todos los viajeros tienen un Vigilante (que como bien
dice su nombre) los mantiene vigilados día y noche y que, al parecer, algunos
no aprobarían un examen de disimulo. Hasta que Gwendolyn me preguntó:
-¿Tu también tienes hermanos? –Anteriormente
había mencionado a su hermana, así que supongo que eso justifica su repentina
pregunta.
-Uno pequeño-no dudé en contestarle -Aun que,
ya no es tan pequeño, tiene diecisiete años.
Gwendolyn asintió.
-¿Y tú?
-Diecinueve, bueno, casi.
-¿Y qué haces a parte de viajar en el tiempo
–empezaba a animarse con las preguntas personales.
-Estoy matriculado en la Universidad de
Londres, pero, lo más seguro es que lo deje este trimestre –Dije, no me gustaba
esa idea, sobretodo porque me encantaba lo que hacía y me irritaba que este
maldito gen de viajero del tiempo me lo quitara todo.
-¿En qué facultad?
Y esta vez no pude resistirme a preguntar yo:
-Eres bastante curiosa ¿no?
-Sólo intento dar conversación –Dijo
rápidamente- Venga –me dijo sonriendo- dime, ¿Qué estudias?
No pude evitar sentirme cohibido, y me odié a
mi mismo cuando escuché mi tono de voz al responderle.
-Medicina -¡Maldita sea! Ha sonado ligeramente
cortado.
Gwendolyn parecía sorprendida, no parecía
esperarse que yo (imagino que será normal: violín, Krav Maga, esgrima…)
estudiará medicina, me sentí un tanto satisfecho, en fin, había impresionado a
Gwendolyn.
Estuvimos un rato mirando por la ventanilla, y
me acordé de la divertida escena en el instituto de Gwendolyn, en la escalera.
Mientras hablaba con Charlotte, un chico le puso la mano en el hombro a Gwen.
Gwendolyn. Dios acabo de mencionar a Gwendolyn con su diminutivo… Bueno, no
sonaba tan mal. Así que no me resistí mucho:
-¿Ese que estaba en el instituto hoy es tu novio?
–Gwendolyn me miró, perpleja, realmente no sabía a quién me refería.
-¿De quién hablas?
-El tipo que te puso la mano en el hombro –Sencillamente
me quedó en un tono bastante desinteresado, como un comentario más para
<<dar conversación>> como dice ella.
-¿Gordon Gelderman? –Me miró divertida- Pero
¿Qué dices? –Dijo riéndose.
-Si no es tu novio, ¿Por qué te puede tocar?
–Le dije extrañado.
-Es que no puede-Gwendolyn al principió
enmudeció, como recordando la escena y luego dijo muy segura y como si yo
tuviera que saberlo- De hecho, no me fijé en que lo hiciera- Pero justo al
decir eso enrojeció visiblemente, sus mejillas contradecían a sus palabras.
-¿Cómo que te has sonrojado? ¿Es por ese
Gordon Gallahan?
-Gelderman-me corrigió.
-Lo que sea-dije, no me gusta que me corrijan,
y menos aún por el apellido de un tipo que, sinceramente, no me importaba-
Tenía aspecto de idiota –Dije recordándolo.
Y Gwendolyn echó a reír y me dijo: << No
solo es el aspecto>> para luego añadir << Y besa horriblemente
mal>>
-Tampoco quería saber tanto –Dije simulando
bastante bien que me ataba un zapato para que no viera mi rubor, y luego miré
por la ventana, aún estaba un poco tocado por el comentario de Gwendolyn. Puaj.
Por fin habíamos llegado, nos plantamos en la
puerta y el mayordomo, que era un hombre realmente robusto nos abrió la puerta,
le entregué la carta y, seguidamente de una mirada llena de desconfianza, se
dio la vuelta hacia el interior de la casa. Le seguimos.
Lady Tilney bajaba las escaleras, le informé
de el motivo por el que habíamos venido y tantas veces había tenido que viajar
en su busca. Y ella me dijo lo mismo que las demás veces, se dirigió hacia
Gwendolyn dijo que podía hacer algo de té, aun que aún era muy pronto para
aquello. Nos llevó hacia una habitación más abajo, donde había una mesa servida
con cubiertos vasos y planos y una pequeña bandeja en el medio con algunos
sándwiches.
-Casi se podría decir que nos estaba esperando
–Comentó Gwendolyn mientras yo analizaba la habitación, en el caso de que ,como
sospechaba desde siempre, fuera una trampa, debía tener localizadas posibles
salidas de la casa.
-Si ¿verdad? –Dijo sonriéndole a Gwendolyn-
Pero en realidad, espero a otros invitados.
Nos ofreció asiento pero yo me negué. Estaba
muy nervioso y tenso. Este cuarto estaba totalmente cerrado. Ninguna salida,
por minúscula que pudiera ser. Gwendolyn empezó a hablar con ella. Yo estaba
atento a la conversación, pero también a la puerta y a cuanto tardaríamos en
salir corriendo, en el caso de consiguiéramos despistar al mayordomo.
-Comete usted un error al confiar en la gente
equivocada –Dije yo, tratando una vez más de conseguir su sangre, no pude saber
si hubiera dado con el éxito porque en ese momento Paul de Villiers, que me dio
la razón. Cogí aire en cuanto lo vi, me puse tenso y agarré a Gwendolyn de la
mejilla (que es lo que pillé en ese momento).
-¡Ni se te ocurra dar un paso más!
-Solo quiero un sándwich, si no tienes
inconveniente –Dijo levantando una ceja, con aire inofensivo.
-Sírvete tranquilamente –Dije mirándole
furioso.
Paul miraba de una forma peculiar a Gwen. Y
estúpida de ella se puso a hablar con el pese a mis advertencias, si no la
hubiera agarrado y acercado hacía mi, seguro que se hubiera acercado a él y se
hubieran sentado a hablar tranquilamente.
Localicé una puerta que parecía dar al patio
detrás de mí. ¡Eureka! Nunca mejor
dicho, aflojé un poco la presión que hacía contra Gwendolyn y miré hacia el
exterior de la puerta. ¡Mierda! Había otro hombre, y ¡Con pistola!
-Ese es Frank, como no es tan grande como
nuestro otro hombre lleva una pistola ¿lo ves?
-Sí-gruñí, realmente enfurecido, sabía que
sería una trampa. Me sentía impotente de no poder hacer nada por salir de aquí.
Se inició una discusión entre Paul y yo, que
se detuvo en cuanto Lucy se paró bajo las escaleras con un
<<Gwendolyn>> en la boca. No quería que nos fuéramos. Lucy parecía
más tranquila y se veía que de verdad quería hablar con nosotros, bueno con
Gwendolyn.
Finalmente recordé la pequeña pistola que me
guardé (como Gwendolyn con su móvil) adelantándome a esta situación y con ella
apunté a Lucy. Fácil, la llevaría con nosotros hasta la puerta y allí
huiríamos.
Y, efectivamente eso hicimos, Lucy tenía
lagrimas en los ojos, pero no dejé que me afectara. El grito de aviso de Gwendolyn
me aviso de que Millhouse, el mayordomo, pretendía arrebatarme la pequeña
automática Smith and Wesson. Afortunadamente, Gwendolyn me avisó a tiempo y
pude mantener en mis manos la pistola. Si la hubiera perdido no sé qué hubiera
pasado…
Conseguí alcanzar a Gwendolyn en la segunda
esquina (había salido corriendo mientras yo me encargaba de no perder la
pistola y salir corriendo tras ella)
-Gracias –conseguí susurrar tras la carrera,
aproveché para guardarme la pistola de nuevo- Si la hubiéramos perdido hubiéramos
tenido problemas.
-¿Nos siguen? –preguntó tras una pausa
analizando nuestro alrededor.
-No creo –Y realmente lo creía, estarían demasiado
ocupados reponiéndose del susto y dando atenciones a Lucy, no tendrían tiempo
ni ganas de perseguir a dos adolescentes por la calle, pero nunca se sabe- Pero
por si acaso sigue corriendo.
Esta calle me era conocida, sabía
perfectamente donde podríamos escondernos y saltar en el tiempo a salvo. La
iglesia del padre Jakobs (efectivamente, era un Vigilante más), suele estar
vacía así que guie a Gwendolyn hasta llegar a la entrada con un cartel
<<Holy Trinity>> de recibimiento.
-¿A que
hemos venido aquí? –Preguntó Gwendolyn extrañada y jadeando, ninguno de los dos
nos habíamos repuesto de la corrida.
-A confesarnos.
ME ENCANTA <3
ResponderEliminarDeseando estoy de leer los siguientes :)
Gracias!.ya creía que la había pifiado con el capítulo haha hoy mismo subiré el 16 dando por finalizado el primer libro :-) gracias x comentar y leer el blog.
EliminarBesooos
Perfecto sin comentarios muchacha
ResponderEliminarGraciaaas!! <3 <3 Me alegra que te guste :-)
EliminarHe vuelto por aquí!!
ResponderEliminarUn capítulo genial, y más aún sabiendo lo que viene después! :D
Besitos, prometo volver a unirme al blog de forma más activa y seguir todas las publicaciones!
Seguid así ;)
Bien! Me alegra volver a leerte!! Muchas gracias ^^
EliminarBesooss
sinceramente esperaba mas en la parte donde Gideon pregunta si Gordon es su novio.
ResponderEliminarporque omitiste la parte q le dice q no se dio cuenta xq estaba mirando como charlot coqueaba con gidion