Rubí: Capítulo 10

Y aquí esta el capítulo 10 Viajeroos!!! No esperaba llegar tan lejos, de verdad. Solo hicimos este blog porque nos gusto la historia y quería escribirla desde el punto de mira de Gideon de Villiers, peor no creíamos llegar tan lejos. Por decirlo así, lo hicimos en modo prueba, pero al final siguió adelante. Estoy muy feliz. Gracias a vosotras Viajeras, las que siempre comentáis y me animáis. Os quiero sin vosotras ya no habrían ganas de escribir :)
Besos Judit

Estamos la gran mayoría del viaje callados, Wilbour va demasiado rápido y en un adelantamiento Gwendolyn cae sobre mí, se retira enseguida pero no puedo evitar sonrojarme ligeramente así que enseguida giro a la cara para simular que miro por la ventanilla. ¿Qué me pasa?

-Este tipo debe de creerse que es Ben Hur.

Ya se me había ido el rubor así que me gire y le contesté.

-Conducir un coche de caballos es terriblemente divertido- Repuse, me gustaría conducirlo a mí- Claro que, un coche abierto es todavía mejor. Los faetones son mis preferidos.

-Me parece que prefiero un Jaguar-Susurró con desgana.

Por fin llegamos a la casa de Lord Bromptom, el lacayo hizo un último intento de deshacerse de nosotros pero no lo consiguió.

-¿Tienes un anillo propio?-Me pregunto finalmente, Gwendolyn.

-Sí, naturalmente-Le conteste, como si nada. Me di cuenta de lo tranquila que estaba-¿No estás un poco emocionada?

-¿Por qué? ¿Debería estarlo?-De repente su cara cambio radicalmente, y se empezó a palpar el peinado, supongo que preocupada por si se le había estropeado durante las turbulencias del viaje.

-Estás perfecta-Le animé con total sinceridad.

Ella se apresuró en desviar el tema, cosa que no me importo en absoluto, acto seguido vino el lacayo y nos pidió que le siguiéramos.

-¿Realmente puede leer los pensamientos?-Me preguntó en susurros.

Sabía a quién se refería pero quería animarla, ya que sabía que estaba nerviosa, así que le contesté:

-¿El lacayo? Espero que no, porque estaba pensando que parecía una comadreja.

-El lacayo, no; el conde- Me replicó sonriendo.

Asentí.

-Al menos, eso es lo que dicen.

-¿Ha leído el conde tus pensamientos?

-Si lo ha hecho, no me he dado cuenta.

Por fin llegamos a la sala donde se hallaban Lord Bromptom, el conde de Saint Germain y su fiel amigo Miro Rackoczy.

Nos saludamos y empezamos a hablar sobre Gwendolyn quien parecía poner todo su esfuerzo en seguir nuestra conversación en el idioma francés. Le expliqué que ella era el rubí y lo de la equivocación sobre la otra chica, Charlotte. Lo que vino después fue aburrido, como siempre, hablaba de sus historias aunque eran interesantes, yo le explique como conseguí la sangre de madame d’Urfé y de que el intento extraerle sangre también pero no lo logro. Seguidamente me pidió que le siguiera hasta la habitación contigua para que escribiera la carta a mi tío Falk.

-Dentro de media hora, como mucho, tenemos que volver a Temple-Advertí yo.

-Será suficiente. Escribo rápido y puedo hacer las dos cosas a la vez: hablar y escribir.

Me hizo gracia y me reí, pero bajito, para que no lo tomara como una falta de educación. Le seguí hasta la puerta y Gwendolyn carraspeó. Me gire y le dirigí una mirada interrogativa, para ser sincero no me acordaba que estaba allí. Ella con señas igual me dijo que no quería quedarse sola y yo medite unos segundos si debía de venir, pero el conde se dio cuanta y dijo que sería un estorbo.

-Espérame aquí-Dije con cuidado.

Me dirigió una mirada de suplica.

-Volveré enseguida.

Seguidamente el conde cerró la puerta tras de nosotros y dijo:

-Sígueme queridísimo muchacho.