Durante unos segundos estoy solo en la habitación, unos segundos
mas tarde aparece Gwendolyn y le pongo la mano en el hombro, recordando que
durante mi primer salto me mareé un poco, pero ella parece reaccionar bien.
-¿Eres tu Gideon?-Me pregunto en susurros. Menuda pregunta.
-¿Y quien si no? – Le susurré, como parecía no perder el
equilibrio le quite la mano de encima- ¡Bravo, no te has caído!
Me saqué una cerilla del bolsillo y la encendí para seguidamente
encender también una antorcha que teníamos cerca.
-Qué bien. ¿También te la has traído?-Me pregunto ella,
bastante intrigada.
-No ya estaba aquí-Le respondí, debía de abrir la puerta así
que le tendí el brazo con la antorcha a Gwendolyn- Aguántala.
Mientras la cogía, me lleve la mano al bolsillo derecho para
sacar la llave y abrir la puerta.
-Silencio-Le ordené a Gwendolyn, aunque parecía estúpido
porque no había hablado, mejor prevenir que curar.
-Aquí huele a podrido-Insinuó ella.
-Tonterías. ¡Ven!
Cerré la puerta, le cogí la antorcha de las manos e ilumine
el camino.
-¿No quieres volver a vendarme los ojos?-Dijo intentando que
sonara a una broma, pero sin éxito.
-Está todo oscuro, de todas maneras, tampoco podrías
recordar nada-Le contesté- Razón de más para que no te apartes de mi lado. Porque,
como máximo en tres horas, tenemos que volver a estar aquí abajo.
Seguimos caminando el uno junto al otro en silencio,
llegamos al final del corredor y cogí aire para pronunciar la contraseña. Una
de las armaduras se movió, ya que dentro había un vigilante. Gwendolyn dio un
respingo.
-¡Alto!-Nos ordenó.
-Tenemos que hablar con el maestre-Dije tan tranquilo como
pude, porque aunque estoy acostumbrado sigo estremeciéndome cuando hacen eso- Es un asunto urgente.
-Contraseña-Dijo el otro Vigilante.
-Qua redit nescitis-Respondí
rápidamente.
-Podéis pasar-Dijo el primer Vigilante igual de rápido que
yo, y nos sostuvo la puerta.
Como en el corredor había suficientes antorchas para
iluminar el camino, como siempre, dejé la mía en un soporte vacío y seguí
adelante. Gwendolyn eme confesó que se había dado un susto de muerte al ver que
se movía la primera armadura, tuve que contenerme para que no se me escapara la
risa, y le explique que es tradición y que en nuestra época también es así.
Iba demasiado lenta, y no teníamos mucho tiempo ya.
-Date un poco de prisa.
No me respondió, supongo que me puso mala cara pero no tenía tiempo ni ganas de girarme.
-¿Quién es el <<maestre>>?
Suspire para mis adentro y le explique quien era, y porque
estaba en la Logia. Y también el explique quien es el maestre en nuestra época.
Y también tuve que explicarle porque las mujeres no ejercen ningún papel en nuestra
Logia.
-Ahora cierra la boca durante un rato-Le ordené cuando estábamos
llegando ya a la Sala.
-¿Cómo dices?-Me respondió ella molesta.
Y entonces salieron dos hombres de su escondite habitual.
-Buenos días- Les salude.
-¡Contraseña!
Cuando finalmente nos dejaron pasar, que duro unos segundos
ya que me presente aquí mismo hace dos años para informar al conde del robo del
cronógrafo. Nos enteramos de que el conde había salido y no se encontraba presente
en el edificio. ¡Genial! Y ¿Ahora qué? Bueno, no queda otro remedio, viajaremos
en carro hasta la casa donde se encuentra el Conde.
Aaahhh!! Y ahora viene el conde,esta parte me encanta!! jejejje Que ganas!!
ResponderEliminarNo tardes,eh!! XD Es broma :D Bueno,como tus capitulos siguen siendo perfectos,esperaré... ;) Muchos besos!!
jajaja, vale vale no tardare ;) enseguida lo cuelgo. Gracias Blanca.
EliminarBesoos :D
Judit
oooh! aquí viene la aparicion del conde ! . no tardes en subir el próximo capitulo ya quiero saber más! ! !
ResponderEliminarUn besote grande, Lucia.
jaja si tranquilas tranquilas, que pronto llegara el momento tan esperado, estoy deseando escribir la parte del asalto en Hyde park ^_^
EliminarBesos.
Judit