Rubí: Capítulo 12

holaa!! ktl viajeros? soy Judit, ya me encuentro bien y me he puesto a escribir un ratito, lo he echo largo porque os lo debía, aquí lo tenéis Disfrutad ^^
Besos.

Pero yo también llevaba una espada, y cuanto me alegré de llevarla. Apareció un tercer hombre montando a caballo des de detrás de un árbol. Vale, si tenía posibilidades con este tercer hombre se esfumaron. ¿Quiénes eran y que querían de nosotros? Los dos hombres a pie se lanzaron con sus espadas contra mí, pero yo había aprendido esgrima de pequeño y les esquivé con facilidad, después de unos 30 segundos aproximadamente conseguí deshacerme de uno de los hombres. Bien, puede que todavía pudiera deshacerme de ellos y aparecer ileso.

Pero cuando el tercer hombre se bajo de su caballo me acorralaron contra el carruaje y me era más difícil moverme con tanta agilidad como antes, pero parecía aguantar bien, y justo cuando creía que no podría aguantar mucho mas ya que uno casi me alcanza la piel con su espada, veo a Gwendolyn salir de detrás del carruaje. ¿¡Esta loca!? ¡Le dije que se quedara en el carruaje! ¡Saldrá herida! Durante esos dos segundos en los que pensé eso uno de los hombres me alcanzó de nuevo en el hombro y esta vez me empezó a fluir la sangre por el brazo. Bueno, mientras estuviera allí no pasa nada, al parecer los hombres no se dieron cuenta, así que seguí luchando, cada vez perdiendo mas esperanza.

-No agentaréis mucho mas- Me dijo el hombre que venía en caballo- Rezad ahora que podéis, porque pronto os encontrareis frente al Creador.

¿Creador? ¿Quién demonios era ese “Creador”? Tanto daba, no tenía tiempo para pensar en otras cosas que no fueran evitar que se giraran y que me hirieran. Y justo en ese momento Gwendolyn se inclino levemente y agarró la empuñadura de la espada con sus dos manos, como si se dispusiera a coger carrerilla. ¡No! Le lancé una mirada esperando a que se arrepintiera pero hizo caso omiso de mis miradas y le clavo la espada al hombre que me abrió la herida en el hombro, que cayó desplomado al suelo. ¡Pretendía matarme de un susto!

Mientras el otro hombre estaba en estado de shock por la aparición sorpresa de mi compañera yo aproveché para darle un fuerte golpe en la nuca y dejarle tirado en el suelo.

-¿Te has vuelto loca?-Le grité indignado mientras por precaución daba una patada a la espada del hombre, y le coloqué a pocos centímetros de su garganta la punta de mi espada.

-Por favor… Déjame con vida-Me suplicó con un tono de voz que parecía el de un niño. Si claro, se pensaba que iba a caer tan bajo, que le iba a perdonar después de que intentara arrebatarme la vida… Ja, ja.

Gwendolyn parecía estar también en un estado de shock inigualable.

-¿Quiénes sois y qué queréis de nosotros?-Pregunté sin compasión.

-Solo he cumplido ordenes ¡Por favor!-Volvió a suplicar. Desgraciado, no soy idiota, cada vez tenía más ganas de clavarle de una vez la espada y acabar con esto, pero necesitaba información.

Otra vez los vértigos, llegó la hora, un último intento y le clavo la espada.

-¿Quién os las ha mandado?

-No conozco ningún nombre. Lo juro.

Gwendolyn desapareció y yo notaba que se difuminaba todo así que en el último momento le clavé la espada al hombre. Sera inútil.

Al aparecer de nuevo en nuestra época seguíamos en Hyde park y estábamos bajo una farola, la poca gente que había nos miraban extrañados. Gwendolyn estaba en el suelo, con sus dientes castañeando como nunca antes.

-¡Levántate!-Le ordené mientras le daba la mano para levantarla, pero no respondía-¡Vamos Gwendolyn! La gente empieza a mirar.

Seguía sin mover ni un dedo así que le cogí del brazo y la levante del suelo.

-¿No te había dicho que te quedarás en el coche?-Seguía sin reaccionar- Esto ha sido totalmente irresponsable y… terriblemente peligroso y…-Estaba muy asustado aún, y cuando pensaba en lo que podría haber pasado notaba como me ponía frio de golpe, y en cómo había clavado esa espada en el hombre- Y, maldita sea, muy valiente por tu parte- Debía de reconocerlo, porque para no saber esgrima había sido un acto de valentía.

-Pensaba que se notaría al tocar las costillas-Murmuró finalmente, con el castañeo de sus dientes de fondo- No pensaba que fuera una sensación… parecida a cuando cortas una tarta. ¿Cómo es que ese hombre no tenía huesos?

-Seguro que los tenía- Dije- Tuviste suerte y la hoja pasó entre ellos.

Realmente parecía asustada, no paraba de hacerme preguntas y de murmurar cosas inteligibles.

-Por favor, deja de hacer ruido con los dientes, es siniestro.

-Soy una asesina-Murmuró

-¿No has oído nunca la expresión “En defensa propia”? Te defendiste a ti misma- Repuse- o, mejor dicho, a mí, para ser exactos-Me autocorregí.

 Eso había sonado demasiado amistoso, sensible. Oh, dios mío. Nunca me hubiera imaginado que diría eso en la vida, así que añadí rápidamente.

-No es que fuera necesario…

-¡Ya lo creo que era necesario! ¿Cómo tienes el brazo? ¡Estas sangrando!

-No tiene importancia. El doctor White lo curará.-Le tranquilicé

Caminamos durante un rato en silenció, poco a poco Gwendolyn se fue calmando, y dejo de castañear y fue recuperando el color, así que le solté el brazo.

-Me dio un vuelco el corazón cuando te vi ahí de pronto-Confesé.

Y sin más volvió a ser ella y me espetó que porque no llevaba una pistola que me podrían haber matado y todas esas cosas…

-Cogeremos un taxi a Temple- Declaré

-¿Llevas dinero encima?-Me preguntó sorprendida.

-¡Claro que no!

-Bueno yo llevo el móvil- Dijo mientras se lo cogía del escote de el vestido.

-¡Ah, el “Cofrecillo plateado”!-Caí-  ¡Ya me había imaginado una cosa así! Cabeza de…-Bueno al menos nos sería útil- ¡Trae aquí!-Exclame quitándoselo de las manos. Marqué el número. Mister George nos vendrá a recoger en una limusina negra.